domingo, 29 de enero de 2023

Isidoro V.M. Estado de sitio, Curso ¨Pensar el espacio¨ Gijón 1994

 No es el desarrollo personal, sino el engrase social lo que hay tras el aprendizaje que nos toca soportar.

Sufrimos un aprendizaje histérico. En diversos sentidos: compulsivo, asfixiante, competitivo, transitorio, superficial y frustrante. Todo el mundo quiere apuntarse a todo.

Propositos naturales del aprender: Libertad, autonomía y creatividad- es decir ser uno mismo.

Se aprende aquello que nos uniformiza, y se margina lo que nos indiviualiza.

El aprendizaje es un terreno de lucha contra los frustradores de la imaginación.

Al individuo privado, responsable, corresponde hacerse cargo de una función de autoservicio y, una vez tomada conciencia de cuáles son sus fuentes de formación preferidas, abordarlas conscientemente en un acto lúcido de aprendizaje.

 

Hay que mantener el espiritu del aprendiz contrapuesto al del experto.

Aprender a dibujar es aprender a mantener la mente libre de condicionamientos, incluso el de habituar la mano.

Solo el aprendiz es capaz de seguir aprendiendo.

Una lucha para que lo que era verdad ya no lo sea.

 

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Pag 65.

el público no debe ser el grupo humano que habitualmente se relaciona con el arte ( o, al menos, no debe serlo solo y en exclusiva),

Isidoro V.M.

Estado de sitio, Curso ¨Pensar el espacio¨  Gijón 1994

Estar el día señalado en el lugar preciso y a la hora del anuncio se ha convertido en el único recurso para la captación del placer. Y eso es un fallo, una marginación; pero no de uno mismo, sino del placer. Marginar el placer es llevarlo lejos de donde yo estoy; es, en suma, la quintaesencia de la idiotez... Y el mundo del arte está lleno de quintaescencias de esta ralea.

PUES BIEN, para no ignorar la pura esencia próxima en busca de la otra esencia que está allá, en el quinto pino, yo salgo en busca de ese lugar remoto; salgo de mí para entrar en mí; dejo la ciudad para poder sentirme en la ciudad. Es, en una palabra, para encontrar el arte para lo que cada cierto rato, salgo del terreno del arte.

No es ocupar su lugar en el escenario lo que toca al artista comprometido, sino bajar de la palestra, dejar el decorado y ocupar la ciudad.

Por contra, muchos de los que ya están en el ámbito del arte, se paran, creídos de no precisar moverse, seguros de ser ciudadanos de la ciudad justa y conveniente. Pero, saliendo de la ciudad que no es la nuestra, lo que hacemos es soltar el lastre de la cultura fácil, del trabajo en casa. No esperar a que vengan a visitarnos, sino ir nosotros de visita; de conquista.

Cuanto mayor sea la frecuencia de las salidas, de las huidas, mejor.

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