domingo, 4 de diciembre de 2016

Miriam me envia estas paginas


Pero si hasta hoy los juguetes han sido considerados como creaciones para el niño, si no del ni, el jugar sigue considerandose desde el punto de vista del adulto, y teniéndose casi exclusivamente como un ejercicio de imitación del mundo del adulto. Es innegable que se necesitaba este libro de Gröber para reavivar la teoría del juego, que por estos lares no se había abordado desde los tiempos que Karl Groos publicara, en 1899, su importante obra Spiele de Menschen ( Juegos de los hombre). Toda nueva teoría debería tener en cuenta ese ¨gestaltismo de los gestos lúdicos¨gestos de los que recientemente ( el 18 de mayo de 1928) Willy Haas ha sellado los tres más importantes; primero: el gato y el ratón ( todos los juegos de persecución) ; segundo: la hembra que defiende el nido ( por ejemplo: el portero de futbol, el tenista); tercero: la pelea entre dos animales por la presa, el hueso, el objeto sexual ( la pelota de futbol, el polo, etcétera ). Debería investigar, también , la enigmática dualidad de aro y palo, peonza y látigo, pelota y paleta, el magnetismo originado entre ambas partes. Probablemente las conclusiones ser´tan como sigue: antes de trascendernos a través del amor y de la vida y d los ritmos a menudo extraños de otro ser humano, experimentamos como ritmos básicos que se manifiestan en las formas más simples a través de esos juegos con cosas inanimadas. O mejor dicho, esos ritmos son los que nos permiten conocernos a nosotros mismos.
Por ultimo, semejante estudio tendría que profundizar en la gran ley que rige todas las reglas y ritmos del mundo de los juegos: la ley de la repetición. Sabemos que para el niño el alma del juego radica en eso, que nada lo hace más feliz que el ¿ otra vez!. El oscuro afán de reiterado no es menos poderoso ni menos astuto en el juego, que el impulso sexual en el amor. No en vano creía Freud haber descubierto en él un ¨más allá del principio del placeres efecto, toda vivencia profunda busca insaciablemente hasta el final, repetición y retorno, busca el  restablecimiento de la situación primitiva en la cual se originó. ¨Todo podría lograrse a la perfección, si las cosas pudieran realizarse dos veces¨; el niño procede de acuerdo con este verso de Goethe. Pero para él no han de ser dos las veces, sino una y otra vez, cien, mil veces. Esto no sólo es el modo de dominar experiencias primitivamente terroríficas mediante el embotamiento, la provocación traviesa, la parodia, sino también la de gozar una y otra vez, y del modo más intenso, de triunfos y victorias. El adulto libera su corazón del temor y disfruta nuevamente de su dicha, cuando habla de ellos. El niño recrea, vuelve a empezar. La esencia del jugar no es un ¨Hacer como... sino una ¨hacer una y otra vez¨ la transformación de la vivencia más emocionante en un hábito.

Porque el juego, y ninguna otra cosa, es la partera de todo hábito. Comer, dormir, vestirse, lavarse, tienen que inculcarse al pequeño en forma de juego, al ritmo que marcan las canciones infantiles. EL habito entra en la vida como el juego; en él, aun en sus formas más rígidas, perdura una pizca de juego hasta el final. Formas irreconocibles, petrificadas, d nuestra primera dicha, de nuestro primer horro, eso son los hábitos. Aun el más árido de los pedantes juega, sin saberlo, en forma de pueril, y no infantil; cuanto más pueril, mas pedante, pues corre que olvida sus propios juegos. Para el pedante un libro como el que nos ocupa resultará irrelevante. Para el resto de los humanos se aplica aquello que dice un poeta moderno: cada hombre tiene una imagen por la que renunciaría al mundo. ¿ cuantos no la buscarían en una vieja caja de juguetes?

INTERESADOS

CONTENIDO