martes, 23 de julio de 2013

CAPITULO XI (pag 107)

Si alguien pregunta qué es el amor, entonces no es sino un viento que susurra en las rosas y luego amaina, Pero a menudo también es como un sello inquebrantable que dura toda la vida, que dura hasta la muerte. Dios lo creó de muchas clases, observándolo perdurar o perecer.
Dos madres van charlando por un camino. Una de ellas lleva alegre ropa azul porque su amante acaba de volver de viaje. La otra viste de luto. Tenía tres hijas, dos morenas y una rubia, y la rubia murió. Hace diez años, diez largos años, y la madre aún lleva luto por ella.
¡ Qué días más hermoso el de hoy !, exclama jubilosa la madre vestida de azul, juntando las manos. EL calor me embriagaba, el amor me embriaga, estoy rebosante de felicidad. Sería capaz de desnudarme aquí, en el camino, extender mis brazos hacia el sol y tirarle besos.
La mujer vestida de negro permanece callada, no sonrie y no contesta.
¿ Aún guardas luto por tu pequeña ?, pregunta la mujer vestida de azul con toda su cordial inocencia. ¿ No hace ya diez años que murió ?
La mujer vestida de negro contesta:Así es. Tendría ya quince años.
La mujer de azul dice entonces, con el fin de consolarla:
Pero tienes más hijas, te quedan dos.
La mujer de negro solloza:
Sí, pero era la más luminosa...
Y las dos mujeres se despiden, se va cada una por su lado, cada una con su amor...
Las dos hijas morenas también tenían cada una su amor, amaban al mismo hombre.
Él se dirigió a la mayo y dijo:
He venido a pedirle consejo porque amo a su hermana. Ayer le fui infiel, me sorprendió besando a su criada en la entrada; ella lanzó un grito, más bien un gemido y se fue. ¿Qué puedo hacer ahora? ¡Amo a su hermana! Hable usted con ella! ¡Por Dios, ayúdeme!
La mayor se puso pálida y se tocó el corazón; pero sonrió como si quisiera bendecirle y contestó:
Voy  a ayudarlo.
AL día siguiente el hombre se acercó a la más joven, se arrodilló ante ella y le declaró su amor.
Ella miró de arriba abajo y contestó:
Lamento no poder desprenderme más que de una moneda de diez coronas, si es eso a lo que se refiere.
Pero vaya a ver a mi hermana, ella tiene más.
Acto seguido, se alejó de él con la cabeza muy alta.
Pero al llegar a su habitación se tiró al suelo, retorciéndose las manos de amor.
Es invierno y hace frío en la calle, ha y niebla, polvo y viento. Johannes estña de nuevo en la ciudad, en su antigua habitación, donde escucha el crujido de los álamos contra la pared de madera, y desde cuya ventana más de una vez ha dado la bienvenida al amanecer. Ahora el sol ha desaparecido.
Su trabajo siempre le había servido de distracción, esas hojas grandes que llenaba de palabras y que crecían en número conforme avanzaba el invierno. Se trataba de una serie de cuentos del país de su imaginación, una noche sin fin del color rojo del sol.
Pero los días eran diferentes entre sí, los buenos alternaban con los malos, y a veces, cuando estaba trabajando muy bien, le alcanzaba un pensamiento, dos ojos, una palabra del pasado, y de repente su buen humor se apagaba. Entonces se levantaba y s ponía a dar vueltas por la habitación, de una pared a otra; lo hacia a menudo; había un sendero blanco en su suelo de madera, que se ponía día más blanco.
Hoy, incapaz de trabajar, incapaz de pensar, incapaz de detener los recuerdos, me siento para anotar lo que me pasó una noche. Querido lector, hoy he tenido un día nefasto. Está nevando, apenas hay nadie en la calle, todo está triste y mi alma se halla terriblemente desierta. He caminado durante horas, primero por la calle y luego por mi habitación, intentando reponerme un poco; pero ya casi es de noche y mi estado no ha mejorado nada. Yo, debería tener calor, estoy frío como un día apagado.
Querido lector, en este estado intentaré escribir sobre una noche luminosa y emocionante. Porque el trabajo me impone tranquilidad y dentro de unas horas a lo mejor estoy contento de nuevo...

LLaman a la puerta y Camilla Seier, su joven prometida secreta, entra en la habitación. Johannes deja la pluma en la msea y se levanta. Los dos sonríen y se saludan.
No me preguntes por el baile, se apresura a decir ella, dejándose caer sobre una silla. Bailé todos los bailes. Duró hasta las tres. Bailé con Richmond.

Gracias por venir, Camilla. Yo estoy tan miserablemente triste y tú tan alegre. Me ayudará ¿sabes? ¿ Cómo ibas vestida en el baile?
De rojo, claro. Oh Dios, no me acuerdo muy bien, pero debí de hablar y reírme mucho. Fue una fiesta maravillosa. Sí, iba de rojo, nada de mangas, ni pizca, Richmond está en la delegación de Londres.
¿Ah sí?

Sus padres son ingleses, pero él nació aquí. ¿ Qué te has hecho en los ojos? Los tienes rojos. ¿Has llorado?
No, contesta él con una risa. Pero he mirado dentro de mis cuentos y hay mucho sol en ellos. Camilla, se buena y no rompas ese papel más de lo que ya lo has roto.
Dios mío, estaba pensando en mis cosas. Perdóname, Johannes.
No importa, no son más que unos apuntes. Pero dime, supongo que llevabas una rosa en el pelo, ¿no?
Sí, sí. Una rosa roja casi negra. ¿Sabes, Johannes?
Podríamos ir a Londres de luna de miel, No es un sitio tan horrible como se dice, y lo de tanta niebla es una mentira.
¿Quién ha dicho eso?
Richmond. Lo dijo anoche y él lo sabe. Conoces a Richmond, ¿no?
No, no lo conozco. Una vez pronunció un discurso en mi honor; llevaba botones de diamantes en la camisa.
Es tdo lo que recuerdo de él
Es muy guapo. Cuando se me puso delante y dijo con reverencia: Tal vez la señorita ya no me reconozcoa...
¿Saves? le regalé la rosa.
¿ Ah sí? ¿Qué rosa?
La que llevaba en el pelo. Se la di.
Al parecer has quedado pendada de Richmond.
Ellas se sonroja y se defiende con mucho afán:
En Absoluto, en absoluto. Alquien te peude gustar sin que... ¡Pero Johannes, estás loco! jamás volveré a mencionar su nombre.
Dios te bendiga, Camilla, no quise decir... no debes pensar... Al contrario, me gustaría darle las gracias por hacer que te divirtieras.
¡Pues no te atrevas! Yo, por mi parte, no volveré a decir una palabra de él el resto de mi vida.
Silencio
Bueno, bueno, dejémoslo estar, dice él. ¿ Te vas ya ?
Sí, no puedo quedarme más. ¿ Cómo vas con tu trabajo? Mamá me lo preguntó ayer. ¿Sabes? Llevaba semanas sin ver a Victoria y acabo de verla.
¿Ahora?
Sí, cuando venúa hacia aquí. Sonrió. ¡ Pero qué desmejorada está! Oye, ¿ vendrás pronto a mi casa ?
Sí, pronto, contesta él, levantándose de un salto. Se  ha sonrojado. Tal vez un día de estos. Primero tengo que escribir algo. ¡Escribir algo! Imagínate la Tierra vista desde arriba como una maravillosa y rara capa papal. Por sus plieques camina gente en parejas, es de noche y todo está en paz, es la hora del amor. Se llamará: LA estirpe. Creo que estará muy bien;
....

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