sábado, 31 de mayo de 2025

Marcos Azules. Relato breve.

Camino de sinuosas curvas, salimos de casa con la idea de resolver cosas, en todas estas cosas hay palos, una salida convertida en filigrana, resulta motivador resolver varias tareas en un corto espacio de tiempo.
Pasamos por delante de ella sin tener previsto parar. Continuamos y al avanzar en el camino y ganar altura vemos la edificación en ruinas, le faltan las puertas y las verjas de metal. Indicativo de que aquel lugar hace tiempo que dejó de funcionar. 
Muchas veces he pasado cerca de allí, pertenece a mis areas comunes. Pero por su ubicación nunca había pensado en la posibilidad de entrar.
Cuántas veces he pasado  por delante de aquella plantilla pintada en la pared intervenida por algún espontáneo,  Pirotecnia ANAL sin interesarme por visitar el lugar?
Depende de la dificultad o la hostilidad de los lugares es necesario la compañia. Que uno empuje al otro, que se contagien las ganas.
Saltamos al mismo tiempo, un coche viene desde lejos pero lo hacemos rápido y nadie nos vé!
De saltar una valla, el momento crítico es el momento  de trepar por ella, luego.. dentro del lugar no tiene porque despertar desconfianza. Depende del lugar y del tejido vecinal que haya alrededor. Por lo general las zonas con más actividad, y flujo de gentes el anonimato es mayor y el compromiso con los espacios es menor. 
Dentro, llama la atención la distribución de las casetas, pequeños espacios destinados a la manipulación de explosivos, distanciados unos de otros. Entendemos que para evitar la explosión en cadena en caso de haberla. Algunas de ellas están rodeadas de paredones de hormigón, quizás donde se manipulaban explosivos más peligrosos o de mayor cantidad.
Más alejado, almacenes donde aún se conservan los soportes cilíndricos donde cargaban la pólvora.
La recorremos caseta por caseta, ya solo quedan las mesas que dan pie a imaginar como manipulaban los artefactos. Colgados en la pared aún se conserva un marco de aluminio azul que se repite en todas las salas anuncian el tipo de actividad, el número de operarios, la cantidad de material explosivo, o las medidas de precaución... 
Atraído por el azul y su buena conservación decido llevarme 4 de ellos. Todos iguales excepto un azul más clarito.
Con los marcos bajo del brazo, nos decidimos a irnos. El sol pega fuerte y tenemos la botella de agua en el cajón de la moto.
Pretendemos salir por donde hemos entrado, pero un coche en la entrada, junto a la Vespa. No conseguimos ver al conductor, es un lugar extraño para aparcar. 
Buscamos otra lugar por donde salir, atravesamos un campo de aguacates y otro de naranjos por el que cuesta avanzar por la cantidad de yerbajos que hay.
Deshacemos el trenzado de una valla oxidada hasta tener el suficiente espacio para atravesarla. Con los marcos azules en la mano, reptamos.
Tenemos la incertidumbre de si habrá que atravesar, o saltar algún otro obstáculo antes de llegar a la carretera que nos lleva a la moto de manera inocente. Con ayuda GoogleMaps, salimos de dudas.
No hemos tenido que hacer ningún esfuerzo más, tan solo atravesar un campo de tierra, que por el nerviosismos no recuerdo si eran almendros... Dejo los marcos a un lado de la carretera, con la idea de recogerlos una vez hayamos subido a la moto para irnos.
aparecer sin nada, solo con nuestro sudor y sedientos.
La conversación con el conductor, es breve. Pero se le nota la preocupación. -¿Esta moto es vuestra?
¿Cómo se os ocurre dejarla aquí? Pueden cargarla en una furgoneta en un momento y llevarsela.
Si, bueno... venimos de dar un paseo por los campos.
El hombre al vernos, parece tranquilizarse.
cruza con su furgoneta a una parcela cercana, cierra las puertas y desaparece conduciendo por la carretera.
Hacemos tiempo, bebiendo agua y poniéndonos crema solar. 
Jaume, recoge el palo toldo que habíamos escondido,  deshacemos el tramo que habíamos andado a pie ahora con la moto y paro junto a los 4 marcos. Los recoge y nos vamos. 



Revisado:


Marcos Azules. Relato breve.


Camino de sinuosas curvas. Salimos de casa con la idea de resolver cosas. En todas estas cosas hay palos: una salida convertida en filigrana. Resulta motivador resolver varias tareas en un corto espacio de tiempo.
Pasamos por delante de ella sin tener previsto parar. Continuamos, y al avanzar en el camino y ganar altura, vemos la edificación en ruinas. Le faltan las puertas y las verjas de metal, aquel lugar hace tiempo que dejó de funcionar. Desvalijado, pero de una manera ordenada, limpia.
Muchas veces he pasado cerca de allí; pertenece a mis áreas comunes. Pero, por su ubicación, nunca había pensado en la posibilidad de entrar.
¿Cuántas veces he pasado por delante de aquella plantilla pintada en la pared, intervenida por algún espontáneo —"Pirotecnia ANAL"— sin interesarme por visitar el lugar?
Depende de la dificultad o la hostilidad de los lugares: es necesaria la compañía. Que uno empuje al otro, que se contagien las ganas.
Saltamos al mismo tiempo. Un coche viene desde lejos, pero lo hacemos rápido y nadie nos ve.
Al saltar una valla, el momento crítico es el de trepar por ella. Luego, dentro del lugar, no tiene por qué despertar desconfianza. Depende del sitio y del tejido vecinal que haya alrededor. Por lo general, en las zonas con más actividad y flujo de gente, el anonimato es mayor y el compromiso con los espacios, menor.
Dentro, llama la atención la distribución de las casetas: pequeños espacios destinados a la manipulación de explosivos, distanciados unos de otros. Entendemos que para evitar la explosión en cadena, en caso de haberla. Algunas de ellas están rodeadas de paredones de hormigón, quizás donde se manipulaban explosivos más peligrosos o en mayor cantidad.
Más alejados, almacenes donde aún se conservan los soportes cilíndricos donde cargaban la pólvora.
La recorremos caseta por caseta. Ya solo quedan las mesas, que dan pie a imaginar cómo manipulaban los artefactos. Colgados en la pared, aún se conserva un marco de aluminio azul que se repite en todas las salas. Anuncian el tipo de actividad, el número de operarios, la cantidad de material explosivo o las medidas de precaución.
Atraído por el azul y su buena conservación, decido llevarme cuatro de ellos. Todos iguales, excepto uno, azul más clarito.
Con los marcos bajo el brazo, nos decidimos a irnos. El sol pega fuerte y tenemos la botella de agua en el cajón de la moto.
Pretendemos salir por donde hemos entrado, pero hay un coche en la entrada, junto a la Vespa. No conseguimos ver al conductor. Es un lugar extraño para aparcar.
Buscamos otro lugar por donde salir. Atravesamos un campo de aguacates y otro de naranjos, por el que cuesta avanzar por la cantidad de yerbajos que hay.
Deshacemos el trenzado de una valla oxidada hasta tener el suficiente espacio para atravesarla. Con los marcos azules en la mano, reptamos.
Tenemos la incertidumbre de si habrá que atravesar o saltar algún otro obstáculo antes de llegar a la carretera que nos lleva a la moto de manera inocente. Con ayuda de Google Maps salimos de dudas.
No hemos tenido que hacer ningún esfuerzo más, tan solo atravesar un campo de tierra que, por el nerviosismo, no recuerdo si eran almendros o algún frutal…
Dejo los marcos a un lado de la carretera, con la idea de recogerlos una vez hayamos subido a la moto para irnos.
Aparecer sin nada, solo con nuestro sudor y sedientos.
La conversación con el conductor es breve, pero se le nota la preocupación:
—¿Esta moto es vuestra?
—¿Cómo se os ocurre dejarla aquí? Pueden cargarla en una furgoneta en un momento y llevársela.
—Sí, bueno… venimos de dar un paseo por los campos.
El hombre, al vernos, parece tranquilizarse. Cruza con su furgoneta a una parcela cercana, cierra las puertas y desaparece conduciendo por la carretera.
Hacemos tiempo, bebiendo agua y poniéndonos crema solar.
Jaume recoge el palo-toldo que habíamos escondido. Deshacemos el tramo que habíamos andado a pie, ahora con la moto, y paro junto a los cuatro marcos. Los recoge y nos vamos.





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sábado, 24 de mayo de 2025

No hay soluciones. Gordon Matta Clark.

Atravesar la resistencia 

Escritos, cartas y entrevistas.

Gloria Moure.



NO HAY SOLUCIONES PORQUE NO HAY PROBLEMAS.

NO HAY SOLUCIONES PORQUE NO HAY NADA MÁS QUE CAMBIO. SOLO HAY PROBLEMAS DEBIDO A LA RESISTENCIA HUMANA.

ATRAVESAR LA RESISTENCIA: LA SORPRESA ES ATRAVESAR Y VER LO QUE SIEMPRE SE HA ESPERADO.

RELACIÓN ENTRE EXPECTATIVA Y SORPRESA: UNO SIEMPRE ESPERA CUANTO MÁS SOMOS SABEMOS, MÁS FÁCIL ES SORPRENDERNOS.

LA ANTICIPACIÓN TIENE UN VÍNCULO PLACENTERO CON LA SORPRESA TOTAL, LA DIFERENCIA ENTRE UN PLAN Y UNA SORPRESA ES LA AUTORÍA. LA SORPRESA ES UN ESTADO DE CONCIENCIA.

SOLO PUEDE HABER EFECTOS EN UN ESTADO DE OBSERVACIÓN PRIMITIVA... SI MIRAS DURANTE SUFICIENTE TIEMPO, TE SORPRENDERÁS. CÓMO UN GATO FABRICA LA SORPRESA. ESTÁ PREPARADO PARA CUALQUIER COSA, VE EN LA OSCURIDAD, A NO SER QUE ESTÉS MIRANDO INVOLUCRARSE EN EL CAMBIO, TENER UNA AGUDA SENSACIÓN DE PERPLEJIDAD CONSTANTE Y ESTAR ENAMORADO SON TODO NOTICIAS, MEDIOS DE COMUNICACIÓN, COSTUMBRES, EXPECTATIVAS Y SORPRESAS. CAMBIOS SOLAPADOS, ÓRDENES SIMULTÁNEAS.

UN MOVIMIENTO EXCESIVO.




"Me gustaría acabar con una idea sobre la dirección en la que creo que está evolucionando mi trabajo. Una de las mayores influencias que he recibido en cuanto a nuevas actitudes ha sido una experiencia reciente en Milán.

Mientras buscaba una fábrica para 'recortar', encontré un enorme complejo fabril abandonado desde hacía tiempo que un grupo de jóvenes comunistas radicales habían okupado con gran entusiasmo. Se habían ido turnando durante un mes para hacerse fuertes en una parte de la fábrica y su intención era resistir al liberalismo económico de los promotores inmobiliarios que amenazaba con explotar la propiedad. Su propuesta era utilizar la zona para crear un centro social que la comunidad necesitaba. Exponerme a este conflicto fue mi despertar para hacer mi trabajo no de una manera artísticamente aislada, sino mediante un intercambio activo junto con las preocupaciones de la gente por su comunidad. Mi objetivo es trasladar la experiencia de Milán a Estados Unidos, especialmente a zonas desatendidas de Nueva

York, como el sur del Bronx, donde el Ayuntamiento simplemente está esperando que las condiciones sociales y físicas se deterioren hasta el punto de que le permita reurbanizar toda la zona como parque industrial, que es lo que realmente quiere. Un proyecto específico sería trabajar con un grupo de jóvenes del barrio e implicarlos para convertir los numerosos edificios abandonados en espacios sociales. De este modo, los jóvenes obtendrían información práctica sobre los edificios y, lo que es más importante, tendrían una experiencia de primera mano relacionada con la posibilidad real de transformar su espacio. Así, podría adaptar mi trabajo a un nuevo nivel a partir de una situación dada. Ya no solo sería una cuestión de intervención personal o metafórica del lugar, sino por fin una respuesta a la voluntad manifiesta de sus ocupantes"

lunes, 19 de mayo de 2025

Flor Hispania, David Bestué.

 Azogue:

2. Espejos antiguos

También se llama azogue a la capa de mercurio o amalgama que se aplicaba en la parte posterior de los espejos para que reflejaran.

  • Ejemplo: El azogue del espejo está deteriorado.


3. Figurado o literario

En lenguaje literario o figurado, azogue puede usarse para describir a una persona muy inquieta, nerviosa o vivaz, comparándola con lo escurridizo del mercurio.

  • Ejemplo: Ese niño es un azogue, no para quieto un segundo.


Olvido García Valdés:
A mí lo que me interesa es que la lengua se impregne de lo de abajo, que se constituya ahi´es decir, trabajar en la inmanencia, no desde la trascendencia.
 
Inmanencia es un término filosófico que proviene del latín in manere, que significa "permanecer dentro". Su significado varía según el contexto, pero en general se refiere a lo que existe o actúa dentro de algo, sin trascenderlo.


Yo suelo decir que el poema es un lugar raro donde se guarda la vida, en el sentido de que los poemas, en mi caso, tienen siempre su raíz en un momento de necesidad expresiva. Yo no soy una escritora que literalmente aprenda a escribir poemas, Es decir,  a mí lo que me interesó desde muy pronto es ver cómo se hacía para decir lo que había que decir en ese momento, que tenía que ver con una percepción  o con un sueño, o con una conversación o con un paisaje o con lo que sea. No me interesaron las formas,  las estructuras formales predeterminadas, lo que me interesa es escribir lo que dé cuenta de ese momento vital. Ese poema de los pájaros es una chifladura total, pero da cuenta de un momento emocional, muy alto, en relación con el mundo, con la luz, con el paisaje. Responde al impulso del momento, no responde a otra cosa. Los poemas responden a momentos, son con frecuencia del presente. Soy una persona con mala memoria en general, pero con una buena memoria afectiva, y, en cambio, no solo sentir nostalgia. La memoria con añoranza en mis cosas no está. Esa expresión del presente o de dar cuenta de algo concreto, suele ser el motor de la escritura, y tiene sus consecuencias lingüísticas y formales, claro.

pag 142.

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