viernes, 5 de julio de 2019

David Le Breton. Elogio del Caminar pag 96

El viajero de a pie va en busca de nombres, jalones de sentido que humanizan el recorrido.
Anda en busca constante de nombres, y es que el nombre es una puesta en el mundo del espacio, una invención personal de una geografía o de su apropiación a la escala del cuerpo.

El caminante no se distrae, no pregunta el nombre del país o de la región por la que anda, sino que se interesa más bien por los lugares minúsculos que jalonan su avance o que aparecen ante su mirada.
Más tarde, los nombres serán como las flores japonesas del sueño, el enunciado que invoca una plétora de recuerdos.

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