miércoles, 13 de febrero de 2013

Carlos Prieto en Cajas de música difíciles de parar. Nacho Vegas

Cuando calificamos a un músico de político nos solemos referir a alquien comprometido en el tradicional sentido izquierdistas del término. Dejando así fuera de la política, alehop, al resto de músicos y artefactos culturales. Según esta lógica, una comedia romántica de Hollywood nunca puede ser ¨política¨, aunque sea una enloquecida apología de la procreación familiar vaticana.
Una vez que ¨lo político¨ se reduce a un club de cuatro izquierdistas soliviantados, es fácil que el resto del personal se escaquee de la etiqueta. Ahí están los músicos ( escritores, cineastas, etcétera) que presumen de no ser ni de izquierdas ni de derechas y de vivir en un acogedor limbo posideológico centrista. La vanguardia paródica de este apoliticismo pop serían los grandes monstruos del exilio melódico español de Miami. Quizá su problema sea ignorar que no es posible permanecer fuera de la política cuando uno vive en sociedad (y a todo trapo, por cierto). O quizá sea que son tan reaccionarios que no resulta estético propagarlo a los cuatro vientos. Todo es posible, pero una cosa está clara: la política está en todas partes, lo personal también es político. Por seguir con un ejemplo muy poco sutil: si Julio Iglesias y Camilo Sesto son a su modo cantantes muy politicos(¿ o no es político mirar hacia otro lado y cantar baladas románticas en el Chile de Pinochet o en la Guinea de Obiang?), ¿ cómo no va a serlo Nacho Vegas ?

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