domingo, 28 de abril de 2024

Milena Busquets. También esto pasará. / Regalo de Amparo S.

Los adultos con los que crecí están muertos o no sé donde están. Aquí, bajo este sol de justicia que funde la piel y resquebraja la tierra, desde luego no están.
Yo me lo é de memoria, este camino entre olivos, estrecho y ondulante.
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Desde antes de tu muerte. Los meses anteriores, mientras tú te debatías inútil y salvajemente en la cama contra la enfermedad y la demencia, yo, cuando no estaba demasiado triste o cansada, me debatía en el mismo lugar,  también inútil y, a veces, salvajemente, para demostrarme y demostrar al mundo que seguía viva.
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Los desesperados follamos desesperadamente , ya se sabe. Adiós a las mañanas en las que abría los ojos, sola o acompañada, y pensaba, feliz: el mundo es un poco más pequeño que mi dormitorio. A veces, tenía la sensación de que las dos  nos estábamos convirtiendo en árboles resecos y quebradizos , grises como fantasmas, a punto de convertirse en polvo. Pero cuando te lo decía, me asegurabas que no, que éramos las dos personas más fuertes que conocías y que ningún vendaval podría con nosotras.
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Me ha costado mucho  desprenderme de tus cosas, sobre todo de las que sabía que amabas.


Todos vemos cosas distintas, todos vemos siempre lo mismo, y lo que vemos nos define absolutamente. Y amamos instintivamente a los que ven lo mismo que nosotros, y les reconocemos al instante.

Coloca a un hombre en medio de una calle y pregúntale: ¿Qué ves? Y en su respuesta estará todo, como en un cuento de hadas. Lo que pensamos no es tan importante, es lo que vemos lo que cuenta.
Entregaría sin dudarlo mi patética corona de adulto de cartón piedra, que llevo con tan poca gracia, y que cada dos por tres se me cae al suelo y se escapa rodando calle abajo, por volver al asiento de atrás del coche de mi madre...
48.

Caminan a grandes zancadas relajadas, como si se estuviesen abriendo paso a través de un campo de trigo alto, llevan vaqueros gastados, tienen ojos de sueño , la silueta elástica de la juventud y la mirada levemente....

pág 54. 

Tan laborioso y largo y subterráneo. Tan ruinoso también.

Era muy fácil. Tiene todos los elementos que te gustan: la nariz grande, el cuerpo fuerte pero delgado, la elegancia relajada de los que están bien en todas partes. La sencillez. El cabezón. La camiseta  y las alpargatas viejas y descoloridas. Los vaqueros cortados. Nada que demostrar, ninguna señal externa de nada, ni pulseras, ni tatuajes, ni gorrito, ni reloj caro.

La gente más elegante es la que viste para si misma. 

Camina cansina y lánguidamente, barriendo el aire, que es como camina en mi presencia desde que es adolescente, como si todos los sitios fuesen una pesadez, o como si ya los hubiese visitado un millón de veces antes. 
81.

Le gustan las mujeres  el alcohol y las drogas, pero nunca le he visto hacer alarde de ninguna de las tres cosas.

No es nada puntiagudo como los hombres que me gustan a mi, no hay nada de enfermizo  ni aguileño ni derrotado en él.

104.




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