¿QUÉ HACER PARA QUE NOS TOMEN EN SERIO?
No depende solo de nosotros el alcanzar cierto grado de madurez que nos permita obtener el respeto que, el Rastro, en su conjunto, merece. Sin el apoyo y la voluntad política de la administración, se convertiría en una meta inalcanzable, por la falta de recursos materiales y la poca formación de sus miembros.
Es tan solo una etapa más, ésta en la que nos encontramos, después de haber desaparecido por completo el hilo que nos conduce al origen. Visto así, puede parecer que, nuestra historia, tan solo se remonta hasta el emplazamiento de la plaza de Nápoles y Sicilia y, por lo tanto, estamos atravesando por una especie de bisoñez o infantilismo que permite a cualquier adulto opinar y decidir sobre nuestro presente y futuro. Es como si, metafóricamente hablando, hubiéramos llegado a las costas de la modernidad y la opulencia, hacinados a bordo de un barco mercante, herrumbroso, con el fondo del casco atestado de parásitos marinos y capitaneado por piratas. Que no es así, solo lo sabemos nosotros, aunque sea de una manera intuitiva, pero no encontramos la comprensión necesaria como para que el viaje lo hagamos, todos juntos, a bordo de un trasatlántico. Es mucho decir, lo sé, pero sirva la metáfora, tan solo, para que se pueda visualizar el trabajo a desarrollar por un equipo multidisciplinar que invierta su talento para solucionar problemas de espacio y convivencia. Somos un problema, en tanto que debemos encajar, dentro del espacio y la conciencia colectiva de la ciudad.
Es tan solo una etapa más, ésta en la que nos encontramos, después de haber desaparecido por completo el hilo que nos conduce al origen. Visto así, puede parecer que, nuestra historia, tan solo se remonta hasta el emplazamiento de la plaza de Nápoles y Sicilia y, por lo tanto, estamos atravesando por una especie de bisoñez o infantilismo que permite a cualquier adulto opinar y decidir sobre nuestro presente y futuro. Es como si, metafóricamente hablando, hubiéramos llegado a las costas de la modernidad y la opulencia, hacinados a bordo de un barco mercante, herrumbroso, con el fondo del casco atestado de parásitos marinos y capitaneado por piratas. Que no es así, solo lo sabemos nosotros, aunque sea de una manera intuitiva, pero no encontramos la comprensión necesaria como para que el viaje lo hagamos, todos juntos, a bordo de un trasatlántico. Es mucho decir, lo sé, pero sirva la metáfora, tan solo, para que se pueda visualizar el trabajo a desarrollar por un equipo multidisciplinar que invierta su talento para solucionar problemas de espacio y convivencia. Somos un problema, en tanto que debemos encajar, dentro del espacio y la conciencia colectiva de la ciudad.
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