martes, 5 de agosto de 2025

T.A.Z + caos + inmediatismo. Hakim Bey.

 El mundo del arte vampiriza la energía del outsider, la chupa toda y pasa entonces el cadáver al mundo de la publicidad o del entretenimiento «popular». A raíz de esta reproducción, el arte pierde finalmente su «aura» y se marchita y muere. Cierto, el «rastro utópico» puede permanecer, pero el arte ha sido en esencia traicionado.

La arbitrariedad de términos tales como arte «demente» o «neoprimitivo» reside en el hecho de que este arte no lo producen solo dementes o ingenuos, sino todos aquellos que se evaden de la alienación del paramedio. Su verdadero atractivo reside en la intensa aura de la que se dota a través de la presencia imaginal inmediata, no solo en su estilo o contenido «visionarios», sino más significativamente por su mera presencialidad (a saber: está aquí y es un regalo). En este sentido es más —y no menos— noble que el arte mainstream de la era posmoderna, que es precisamente más el arte de una ausencia que de una presencia.

Podría parecer que la única forma justa (o «forma bella», como dicen los Hopi) de tratar el arte «marginal» sería mantenerlo en «secreto», rehusar definirlo, pasarlo como un secreto, persona-a-persona, pecho-a-pecho — en lugar de pasarlo a través del paramedio (revistas de moda, galerías, museos, libros de gran formato,etc.). O aún mejor : convertirnos nosotros mismos en «dementes» e «ingenuos», pues de esta forma será como nos etiquete Babilonia cuando dejemos de adorarla y de criticarla, cuando la hayamos olvidado (¡pero no «perdonado„!)  y hayamos recordado nuestro propio yo profético , nuestros cuerpos, nuestra «verdadera voluntad»

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