Relato en el Punto Limpio.
Ayer domingo, visité el punto limpio aprovechando que estaba cerrado. Atravieso
la valla trenzada, deformada después de haber sido agujereada tantas veces.
Mis dos secciones favoritas (como si me estuviera moviendo por las instalaciones de un gran centro comercial) son: las pinturas, donde están separados los cubos de plástica, y, en un baúl —que en ocasiones podría considerarse el Cofre del Tesoro—, los aerosoles.
Para seleccionar los cubos, lo primero es sopesarlos. Si pesan, abro la tapa para ver el estado de la pintura y su color. Si con un palo consigo removerla, la aparto; si no, vuelve a su lugar.
Una vez abiertos todos los cubos, valoro cuáles llevarme: a veces por la cantidad, otras por lo exótico del color. También puede ocurrir que mezcle varios restos, creando nuevos colores; o, en el caso de los blancos, que los junte en uno solo. El gran premio es encontrar negro.
También pienso que, si uno pretende unificar su producción a través de los colores, debe usar los más comunes, los que se encuentran con más frecuencia, y descartar las excentricidades, o simplemente ser consciente de ellas y usarlas como tales.
Actuar y producir desde materiales encontrados puede tener el riesgo de abrir demasiado el abanico de posibilidades y desviarnos de nuestros parámetros creativos.
La creación se percibe como una actividad libre, pero toma impulso y se mantiene en el tiempo cuando se desarrolla dentro de unas condiciones. (Este tema me gustaría desarrollarlo en otra ocasión.)
La otra sección: un gran contenedor de papel y cartón, por el que se cuelan libros entre los embalajes de frigoríficos, lavadoras, microondas…
No es raro encontrarse enciclopedias completas, guías obsoletas o libros de Agatha Christie.
Pero, entre tanto, empiezas a leer títulos y temas en los que te sumerges. Entre todo ese montón a punto de desaparecer, estás tú.
Podrías redactar tu carta de motivación laboral simplemente usando estos títulos:
Aquél verano, Ya sabes mi paradero, Rutas con encanto, Guía secreta de Valencia, La ciudad de los locos, Porque perdimos la guerra...
antes de corregirlo
Ayer domingo, visitando el punto limpio aprovechando que está cerrado. Atravieso
la valla trenzada deformada después de haber sido agujereada tantas veces.
Mis dos secciones favoritas ( como si me estuviera moviendo por las instalaciones de una gran centro comercial.) son las pinturas, donde están separados los cubos de plástica y en un baúl, que en ocasiones podría considerarse el Cofre del Tesoro, los aerosoles.
Para seleccionar los cubos, lo primero es sopesarlos. Si pesan, abro la tapa para ver el estado de la pintura y su color, si con un palo consigo removerla la aparto si no, vuelve a su lugar.
Una vez abierto todos los cubos, valoro cuales llevarme, a veces por la cantidad, otra por lo exótico del color. También puede ocurrir que mezcle varios culos haciendo nuevos colores, o en el caso de los blancos juntarlos en uno solo. El gran premio es encontrar negro.
También pienso que si uno pretende unificar su producción a través de los colores, debe usar los más comunes, los que se encuentren con más frecuencia y descartar las excentricidades o simplemente ser conscientes y usarlos como tal. Actuar y producir desde materiales encontrados puede tener el riesgo de abrir demasiado el abanico de posibilidades y desviarnos de nuestros parámetros creativos.
La creación se percibe como una actividad libre pero toma impulso y se mantiene en el tiempo cuando se desarrolla en unos parámetros definidos. ( Este tema me gustaría desarrollarlo en otra ocasión.)
La otra, un gran contenedor de papel y cartón por la que se cuelan libros entre los embalajes de frigoríficos, lavadoras, microondas…
No es raro encontrarse enciclopedias completas, guías obsoletas o libros de Agatha Christie .
Pero entre tanto, empiezas a leer títulos y temas en los que te sumerges, entre todo ese montón a punto de desaparecer estás tú.
Podrías redactar tu carta de motivación laboral simplemente usando estos títulos.
Aquél verano, ya sabes mi paradero, rutas con encanto, tiendas valencianas, la ciudad de los locos, porque perdimos la guerra...