A principios del S.XIX, Joseph Kyselak le dio la espalda a la corte vienesa, se fue de viaje y alcanzó la fama tras aceptar una apuesta: debía dejar su firma en cada estación principal del imperio Austriaco en un plazo de 3 años.
Alrededor de dieciséis de sus firmas han sobrevivido más de ciento ochenta años. Kyselak ha quedado envuelto en la leyenda.
Libro: Kyselak Was Here (2003) [Novel]
by Michael Robin
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